The Who are alright
The Who are alright*
Ariel Ruiz Mondragón
Tras el lanzamiento de It’s Hard (1982). tuvo que pasar un cuarto de siglo para que The Who se volviera a aventurar con un álbum completamente nuevo –hay que recordar que el disco compilatorio Then & Now, de 2004, incluía un par de canciones originales y no más-. En el largo interregno pasaron muchas cosas, como múltiples giras y conciertos que dieron origen a varios materiales en directo tanto en cd como en dvd, reediciones de los antiguos álbumes en versiones enriquecidas (remasterizadas y con materiales adicionales), y el deceso del bajista John Entwistle en 2002.
El nuevo álbum, Endless Wire, que incluye la mini-ópera “Wire & Glass”, marca una espléndida, ponderada y madurada vuelta a la producción en estudio. Más que nunca, Pete Townshend asume la casi total responsabilidad del nuevo disco: es el productor, toca buena parte de los instrumentos, participa en la autorías de todas las canciones –en tres aparece como coautor- y se ocupa de la parte vocal en varias de ellas. Todo ello hace que este sea uno de los discos más intimistas de Pete. Mientras tanto Roger Daltrey se ocupa de desplegar su aún enorme voz –se encarga, dice él, de conectar al escucha con el alma de la música de Pete-.
De entrada, podemos decir que emocionalmente no son suficientemente viejos.
Hay tracks en las que predomina el trabajo de los sintetizadores (“Fragments” por ejemplo) que tanto ha gustado a Pete desde principios de los años setenta, pero este es un disco donde hay una buena cantidad de temas acústicos (de guitarra y banjo, por ejemplo), como en prácticamente ninguno de sus discos anteriores (“A man in a purple dress”, “Two Thousand Years”, “God Speak of Marty Robbins”, “You Stand by Me”), lo que no obsta para que haya números potentes (“Mike Post Theme”, “It’s not Enough”, “We Got a Hit”, “Mirror Door”).
Es un disco en el que Townshend reflexiona sobre el amor, Dios, la juventud y la vejez, así como acerca de su propia trayectoria. Es un documento que tiene que escucharse.
También hay que señalar que el cd viene acompañado por un breve dvd con cinco canciones en vivo –cuatro clásicas y una nueva- de un concierto en Francia durante su actual gira, titulado Live at Lyon, y que es un muy buen ejemplo de una potencia todavía notable que todavía proyecta el grupo.
Entre los materiales que han aparecido este año de o sobre The Who, tengo que destacar también el editado en cd y dvd en Holanda por Immortal titulado Live in Toronto, grabado en vivo en el Maple Leaf Gardens de esa ciudad en diciembre de 1982. Fue en este año cuando apareció su disco It’s Hard, para cuya promoción el grupo emprendió una gira fue anunciada como última que realizaría. De ese apoteósico tour –durante el que los chicos del Sheperd’s Bush rompieron innumerables récords de asistencia-, existen dos documentos en los que quedaron plasmados aquellos momentos: el álbum doble Who’s Last, editado en 1984, y éste que comentamos aquí. No me queda ninguna duda de que el Live in Toronto es muy superior en grabación, en la calidad de las interpretaciones y en la selección de temas.
Conocía yo este explosivo concierto a través de video, cinta y disco pirata, incompletos todos: en cada uno aparecían algunos tracks que no contenía el otro. Si bien el Live in Toronto tampoco presenta algunos temas clave –por ejemplo, la agresiva “Cry if you want”, “Dr. Jimmy” y, muy extrañamente, la clásica “Behind Blue Eyes”-, es la versión que más canciones (22) contiene del histórico concierto.
A diferencia del Last, que era una recopilación estilo greatest hits en vivo, aquí no hay únicamente los más célebres éxitos: también podemos encontrar excelentes canciones que sólo puede ignorar el más vulgar comercialismo, como, por ejemplo, “Dangerous” –con el gran bajeo de Entwistle-, “Sister Disco”, “It´s Hard” y la excepcional “Eminence Front”, la pesadez violenta de “The Quiet One” –una de las joyas compuestas por The Ox-, “Love Ain’t for Keeping”, “Drowned” y “5:15” –ambas quadrophénicas-, “Naked Eye”, “Squeeze Box” y una versión muy buena de una de las canciones preferidas por Townshend de otros autores: “Young Man Blues”, de Mose Allison.
Entre los materiales que han aparecido este año de o sobre The Who, tengo que destacar también el editado en cd y dvd en Holanda por Immortal titulado Live in Toronto, grabado en vivo en el Maple Leaf Gardens de esa ciudad en diciembre de 1982. Fue en este año cuando apareció su disco It’s Hard, para cuya promoción el grupo emprendió una gira fue anunciada como última que realizaría. De ese apoteósico tour –durante el que los chicos del Sheperd’s Bush rompieron innumerables récords de asistencia-, existen dos documentos en los que quedaron plasmados aquellos momentos: el álbum doble Who’s Last, editado en 1984, y éste que comentamos aquí. No me queda ninguna duda de que el Live in Toronto es muy superior en grabación, en la calidad de las interpretaciones y en la selección de temas.
Conocía yo este explosivo concierto a través de video, cinta y disco pirata, incompletos todos: en cada uno aparecían algunos tracks que no contenía el otro. Si bien el Live in Toronto tampoco presenta algunos temas clave –por ejemplo, la agresiva “Cry if you want”, “Dr. Jimmy” y, muy extrañamente, la clásica “Behind Blue Eyes”-, es la versión que más canciones (22) contiene del histórico concierto.
A diferencia del Last, que era una recopilación estilo greatest hits en vivo, aquí no hay únicamente los más célebres éxitos: también podemos encontrar excelentes canciones que sólo puede ignorar el más vulgar comercialismo, como, por ejemplo, “Dangerous” –con el gran bajeo de Entwistle-, “Sister Disco”, “It´s Hard” y la excepcional “Eminence Front”, la pesadez violenta de “The Quiet One” –una de las joyas compuestas por The Ox-, “Love Ain’t for Keeping”, “Drowned” y “5:15” –ambas quadrophénicas-, “Naked Eye”, “Squeeze Box” y una versión muy buena de una de las canciones preferidas por Townshend de otros autores: “Young Man Blues”, de Mose Allison.
Por supuesto están, ya saben ustedes, las indispensable: de “My Generation” a “Won’t Get Fooled Again”, pasando por “Baba O’Riley”, “See Me, Feel Me” y “Who are You” y tantas más.
Pese al inmenso vacío dejado por Keith Moon, en esa gira y en este concierto los redobles fueron notablemente cubiertos por Kenney Jones.
Live in Toronto es un concierto pleno y lleno de trinitotolueno: un grupo casi en plenitud en una de sus mejores presentaciones, con toda la energía de Townshend, la potencia de Daltrey, la insuperable calidad de Entwistle y el más que correcto trabajo de Jones. Esto deja en claro, entre otras cosas, que The Who ha sido el mejor espectáculo de rock and roll al natural -con esto quiero decir: sin maquillajes coloridos, bailarines por doquier, juegos de luces megapantallantes, escenografías engañabobos, plataformas y escaleras insólitas, hombres al aire o grandes cerdos volando, por ejemplo, recursos que han llegado a sustituir a la propia música y sus intérpretes en los conciertos-.
Material que no tiene pierde, y pese a no alcanzar aquella cima del rock en vivo que fue el Live at Leeds, este es un documento indispensable para quienes gustan de las más elevadas expresiones del rock de todos los tiempos.
Ha habido más materiales de The Who en el último año, como la edición de las versiones en vivo de Tommy y Quadrophenia o la reseña crítica que varios periodistas hicieron de los años del grupo con Moon, lo que puede ser materia de otros comentarios. Por el momento, sólo me resta esperar la presentación de la más grande banda de rock del planeta –o tal vez, de lo muy bueno que queda de ella- el próximo 17 de marzo en la ciudad de México.
* Texto publicado en Replicante, Vol. III, Núm. 10, Invierno 2007. Reproducido con permiso del editor.
Pese al inmenso vacío dejado por Keith Moon, en esa gira y en este concierto los redobles fueron notablemente cubiertos por Kenney Jones.
Live in Toronto es un concierto pleno y lleno de trinitotolueno: un grupo casi en plenitud en una de sus mejores presentaciones, con toda la energía de Townshend, la potencia de Daltrey, la insuperable calidad de Entwistle y el más que correcto trabajo de Jones. Esto deja en claro, entre otras cosas, que The Who ha sido el mejor espectáculo de rock and roll al natural -con esto quiero decir: sin maquillajes coloridos, bailarines por doquier, juegos de luces megapantallantes, escenografías engañabobos, plataformas y escaleras insólitas, hombres al aire o grandes cerdos volando, por ejemplo, recursos que han llegado a sustituir a la propia música y sus intérpretes en los conciertos-.
Material que no tiene pierde, y pese a no alcanzar aquella cima del rock en vivo que fue el Live at Leeds, este es un documento indispensable para quienes gustan de las más elevadas expresiones del rock de todos los tiempos.
Ha habido más materiales de The Who en el último año, como la edición de las versiones en vivo de Tommy y Quadrophenia o la reseña crítica que varios periodistas hicieron de los años del grupo con Moon, lo que puede ser materia de otros comentarios. Por el momento, sólo me resta esperar la presentación de la más grande banda de rock del planeta –o tal vez, de lo muy bueno que queda de ella- el próximo 17 de marzo en la ciudad de México.
* Texto publicado en Replicante, Vol. III, Núm. 10, Invierno 2007. Reproducido con permiso del editor.
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